domingo, 21 de julio de 2013

Lo que se ha de saber para saber ser periodista

Que la periodista Ana Pastor “perdiera” el velo en una entrevista al presidente iraní  Mahmud Ahmadineyad allá en 2011, que revolucionara medios de comunicación y otros pseudos-medias tipo redes sociales visionándose como una hazaña periodística y se convirtiera en referente del periodismo intrépido siempre me pareció una incoherencia. Además de una falta de respeto a la cultura religiosa y social que, nos guste o no, estemos de acuerdo o no, existe en el país del entrevistado, no exhibe de ninguna manera ese supuesto intrepidismo periodístico. En primer lugar, la entrevistadora se encontraba en territorio iraní por lo que había de ajustarse a las preferencias o costumbres del mismo, algo que tener por sobra sabido, no sólo por academicismo sino por propio sentido común. En segundo lugar (y no seguiré la lista porque llegaría demasiado lejos), porque un gesto de rebeldía ante un personaje tal que, en un momento en el que todo Occidente buscaba tal primicia, ofrece una oportunidad que solo reportaba beneficios profesionales a la segunda parte, es desleal, aprofesional (muestras opinión en una entrevista presentada como aséptica) y traicionero.
Esto viene tras la pregunta: ¿en qué trata ser periodista?. O ¿de qué?. O ¿qué es exactamente?. Recordé entonces esta anécdota que imagino tuvo eco en las aulas de las Facultades de Periodismo, estudiantes y  profesores, y fuera de ellas con aún peores repercusiones, en los llamados aspirantes, pseudoperiodistas y aficionados al periodismo…No, esto NO es ser periodista, según siempre lo entendí, según me enseñaron años más tarde, ser periodista no significa ser extrovertido, no significa hacer cosas extraordinarias, que puedan parecer atrevidas, que puedan parecer cool, término eminentemente mediático.
Ser periodista es observar, procesar y trasmitir. Ser periodista es tener amplias miras, entender y respetar, asumir que hay mundos desconocidos, especies infinitas, realidades impensables, y contarlas, para que alguien sepa que no sólo su realidad es la que existe y que hasta muy posiblemente, esa realidad sea más fabulosa que la suya, por extraña que le parezca.
Un periodista de nombre dijo alguna vez en las conferencias universitarias a las que todos alguna vez asistimos, que el periodista no hace nada substancial: no salva vidas como el médico, no enseña como el profesor, no construye como el ingeniero, pero que el periodista transportaba todo esto, hacía circular en una corriente de información  justo lo que los demás hacen y que, reportando, los demás se hacían también, se convertían, sin esta aparentemente actividad secundaria del periodista, los demás no harían nada al fin y al cabo. Ahí radica la inmensa importancia y el exclusivo poder que hace único al periodista: informa de lo que los demás no saben e informando, los haces.
Ser periodista es una cualidad innata, se hereda, se nace, se contagia como mucho…desde bien pronto esa curiosidad periodística se manifiesta, esa sana curiosidad  de querer saber, luego experimentar, luego jugar a los periódicos. Otras profesiones se forjan tarde sin tan sólo haberse alguna vez imaginado. Esa es la grandeza del periodista de veras, y a la vez su mayor debilidad. No hace falta que te quites un velo, sigue, Periodista, tu camino.