domingo, 1 de septiembre de 2013

AGOSTO

Agosto, plenilunio, plenilunio blanco, de luz nocturna. Agosto de lejos, o lejanos, momentos de lejanos plenilunios.

Farolas encendidas de fondo, en las horas de los grillos, farolas resplandecientes, amarillentas en nuestra imagen de ahora. Gritos de escondite, pisoteadas del asfalto de adoquín, en las calles adoquinadas, sin apenas rastro de coches y tubos de escape.

Viajes largos, que no lo fueron tanto pero así lo vimos, y vivimos, bajo el plenilunio, y Agosto. Mosquitos, periódicos manchados de sandía, suelos otra vez pisoteados con pepitas de sandía, esta vez.

Las tardes tras mañanas de compras escolares, escaparates de invierno, la emoción de estrenar libros, uniforme o zapatos. Emoción de lo mismo ahora, sí, emoción de nuevos proyectos, volver a pensar en los chalecos de otoño, cuando Agosto se acuerda del otoño, de estrenar zapatos olvidados. Emoción de vestir verano y apurar los grados, cuando Agosto se acuerda del verano.

Que cada vez menos se acuerda, Agosto, de su nombre de verano infernal, de encender la brisa mas que con el ventilador ruidoso, en las horas de sudor inevitable, propio de él, creado por él, con una fuerza excitante.

Haz sudar en las noches de plenilunio, sólo así recordaremos los momentos de Agosto, en el calor ficticio de meses que no le corresponde, en meses de espejismo, o meses que parecen el reflejo de tu intención única, Agosto, gotea.