martes, 10 de septiembre de 2013

Aceite de palma: un mal mayor

Todos hacemos uso de él con mucha frecuencia, aunque muchos no lo conocen. A otros les puede parecer familiar su nombre al haberlo escuchado de pasada o leído en los ingredientes de un envoltorio sin apenas prestarle atención, pero probablemente tan sólo una minoría conoce la realidad del llamado aceite de palma. Ocupa el primer lugar del volumen global en la producción de grasas de origen vegetal, con un total de 48 toneladas anuales, el 30% de la producción de óleos en el mundo, por delante de otros como el de soja, que se posiciona en segundo puesto. Este aceite se obtiene de la palma aceitera, más pequeña que la palmera normal, y su uso se expande a gran parte de los productos que consumimos o usamos a diario.

Esta circunstancia no dejaría de ser anecdótica si las consecuencias del consumo no implicaran los daños directos e indirectos que entraña. El boicot contra el aceite de palma se está convirtiendo en una de las causas más defendidas por los grupos ecologistas por las terribles consecuencias que su explotación y consumo producen.

Para obtener esta grasa vegetal, las multinacionales están explotando despiadadamente territorios de países asiáticos como Indonesia, Malasia, Papúa Nueva Guinea y tantos otros de África y América del Sur. Estas compañías lideran un mercado que recurre a procesos de manufactura políticamente incorrectos y reprochables en el siglo de la producción y el desarrollo sostenible: la devastación de bosques y selvas tropicales, y con ella, la de sus legítimos habitantes, los orangutanes. Esta especie de primates en peligro de extinción son literalmente quemados en incendios provocados por los propios lugareños, vendidos a la ley del dinero. Una autentica carnicería que no deja indiferente a los que la conocen.


Plantación de Palma de aceite.



Por si fuera poco, este aceite aparentemente inofensivo por su naturaleza vegetal, reúne otra desventaja a tener en cuenta: es una de las grasas vegetales más nocivas para la salud, debido a su alto contenido en grasas saturadas, que aumentan los niveles de colesterol LDL y triglicéridos. Más del 45% de su composición son ácidos grasos saturados, constituyendo un alimento perjudicial para pacientes con problemas cardiovasculares y de sobrepeso, así como un ingrediente no recomendable a adultos y niños a la hora de seguir una dieta saludable.

Sus aplicaciones en la industria de consumo diaria es muy amplia: alimentación (son las grasas vegetales añadidas en la mayoría de precongelados, bollería industrial, chocolates, helados, margarinas, etc.), higiene y cosmética (jabones, detergentes, cremas, etc.), piensos para alimentación animal e, incluso, materiales de combustión como las velas o el biodiesel.

La producción del aceite de palma está aumentando en los últimos años debido a su gran potencial productivo. Es el cultivo oleaginoso con más capacidad de rendimiento por hectárea sembrada. Los principales países fabricantes son Malasia, Indonesia, seguidos de Nueva Guinea, Costa de Marfil, y otras zonas de Sudamérica como Colombia,  Honduras,  Guatemala, Costa Rica y Brasil. Algunos de estos países como Malasia e Indonesia cuentan con la exportación del aceite como la principal fuente de ingresos en las rentas nacionales lo que ha determinado la política económica de sus gobiernos que se ven obligados a la aceptación de un sistema de producción poco sostenible y que acarrea la destrucción de sus bosques y animales.

Cada vez más voces se manifiestan en contra de la malignidad del cultivo masivo de palma aceitera. Ciertamente, la producción de bienes a gran escala resultado del mercado capitalista normalmente conlleva efectos colaterales perjudiciales para la salud de nuestro entorno y el medio natural que nos protege.

Sin embargo, hay una característica que la distingue de gran parte del resto de cultivos mayores: la manufactura a gran escala de este árbol en la región tropical está causando la matanza de miembros de un género animal en vías de extinción, los orangutanes. Frondosos campos y sus pobladores, que allí nacieron y desarrollan sus vidas son quemados brutalmente para poder instalar inmensos cultivos de palma aceitera, sin considerar la consecuencias nefastas que esta práctica provoca en el ecosistema de la zona y en el mantenimiento de una especie que lucha biológicamente por sobrevivir, ante el creciente  peligro de desaparición que acecha sobre ellos. Son victimas contabilizadas a miles, sin que a explotadores y explotados parezca importarles.

Estos daños en la naturaleza de la zona no están exentos de efectos secundarios en el ecosistema del planeta, como es sabido, la deforestación y las igniciones afectan gravemente al medio ambiente favoreciendo al fenómeno del calentamiento global de la Tierra.Los grupos ecologistas que luchan contra la producción y consumo de este aceite son cada vez más numerosos. Hasta 200 organizaciones y movimientos sociales de 41 países la han denunciado ya en una “Declaración Internacional”, sin que gobiernos y compañías involucradas se hayan hecho eco.

Algunas de las multinacionales que la utilizan como Nestlé, han realizado una campaña pública en la que expresan su compromiso ante el problema, anunciando que sólo participan en la producción sostenible de aceite de palma. Sin embargo, las asociaciones ecologistas como Greenpeace o Ecologistas en Acción lo tachan de un simple lavado de imagen, es decir, una estrategia de marketing corporativo, puesto que la plantación  y explotación de este árbol palmero de forma masiva en la selva tropical y un proceso de manufactura “amigo del Medio Ambiente” son incompatibles.




Aspecto del fruto de la Palma aceitera del que se extrae el aceite.


Especificar la clase de sustancia oleosa que se esconde bajo el término "aceites vegetales" no es obligatorio en ningún país, circunstancia que cambiará a principios de 2014 en la Unión Europea. Sin embargo, los rastros del aceite de palma son fácilmente reconocibles, hasta cierto punto. Muchas de las marcas que lo incluyen en sus ingredientes lo camuflan inteligentemente bajo la designación genérica antes mencionada,  “aceite vegetal”. Si nos paramos a pensar, nos daremos cuenta que las grasas vegetales efectivamente abarcan varias variedades: aceite oliva, de girasol, de semillas, de maíz, de coco o de colza. Una verdadera trampa en la que los consumidores suelen caer tras la saludable apariencia de un “aceite de origen vegetal”, sin tener conocimiento de que algunos de éstos, como el que aquí se cuestiona u otros como el de coco o colza,  pueden ser tan insalubres o más que las tan temidas grasas de origen animal.

Otras lo camuflan con pseudónimos que tienen en su etimológicamente la misma raíz, tales como ácido palmítico, palmitato, palmitol, aunque la lista se alarga si leemos la versión en inglés del envoltorio o contenedor  del producto, ya que las empresas que lo manufacturan a nivel mundial son en su mayoría holdings de origen estadounidense:

- Palm Kernel
- Palm Oil Kernel
- Palm Fruit Oil
- Palmate
- Palmitate
- Palm olein - Palm Stearine
- Palmitoyl oxostearamide
- Palmitoyl tetrapeptide-3
- Sodium Palm Kernelate
- Hyrated Palm Glycerides
- Cetyl Palmitate
- Octyl Palmitate
- Palmityl Alcohol 


El resto de firmas ha recurrido a una táctica más complicada, optando por emplear nomenclaturas que a simple vista es imposible reconocer, aunque igualmente indican la existencia de aceite de palma :    

Ejemplos de términos que indican que el producto contiene aceite de palma o derivados. Foto: SAY NO TO THE PALM OIL
Etiqueta de envase conteniendo derivados del aceite de palma
- Sodium Laureth Sulfate
- Sodium Lauryl Sulfate
- Sodium Dodecyl Sulphatev
- Glyceryl Stearate - Stearic Acid
- Elaeis Guineensis
- Steareth
- Sodium Kernelate
- Sodium Lauryl Lactylate/Sulphate
- Sodium Lauryl Sulfoacetate
- Hyrated Palm Glycerides
- Sodium Isostearoyl Lactylaye
- Cetyl Alcohol
- Cocoa butter equivalent (CBE)
- Cocoa butter substitute (CBS)




Grandes estrategias de grandes departamentos de marketing, que dentro de poco dejarán obligatoriamente de jugar sucio. Frente a todo esto, el conocimiento de este fenómeno por la población aumenta, y con él, la concienciación de unos consumidores hasta ahora inconscientes de una industria "mortífera" en la que nos veíamos partícipes por culpa de la desinformación.  


LAS MULTINACIONALES, PRINCIPALES FABRICANTES


Las corporaciones empresariales que explotan los cultivos y comercializan la industria de la palma de aceite nos son muy familiares. Firman los envases de un alto porcentaje de productos que lucen en los estantes de los supermercados españoles, y que seguro llenan gran parte de la bolsa de la compra cotidiana. Éstos son algunos de ellos: 

UNILEVER (Frigo, Knorr, Flora, Hellmans, Ben & Jerri’s, Dove, Pons, Timotei, Lux, Rexona, Axe,etc.). Dos billones de personas al día usan sus productos en todos los rincones del mundo.

 - NESTLÉ (Nescafé Nesquik, Cereales Nesquik, Fitness,Nestea, Chocapic, Crunch, KitKat, Smarties,Häagen-Dazs, Helados Nestlé, La Lechera, Buitoni, Maggi, Perrier, Cat Chow, Dog Chow, Friskies, Gourmet, Purina, etc.).

 - KRAFT (Oscar Mayer, El Caserío, Philadelphia, Lu, Milka, Cadbury. Fontaneda, Príncipe de Beckelard, Trident, Oreo, Chips Ahoi, Royal, etc.).

- PEPSICO (Pepsi-Cola, Seven-Up, Aquafina, Kas, Gatorade, Tropicana, Quaker Oats, Lay’s, Matutano, Ruffles, Doritos, Chetos, etc.).;- ;PEPSICO (Pepsi-Cola, Seven-Up, Aquafina, Kas, Gatorade, Tropicana, Quaker Oats, Lay’s, Matutano, Ruffles, Doritos, Chetos, etc.).

- L'OREAL (L’oreal, Garnier, Maybelline, Lâncome, Biotherm, Giorgio Armani, Ralph Lauren, Cacharel, Diesel, Vichy, The Body Shop, ect.).  uren, Cacharel, Diesel, Vichy, The Body Shop, ect.).

- KELLOGG'S, PROCTER AND GAMBLE (P&G), ;ELIZABETH ARDEN, etc. ,



Algunos de los productos que contienen aceite de palma.  


















EL ORANGUTÁN U HOMBRE DEL BOSQUE



El Orangután de Borneo y Sumatra (nombre completo que se explica por ser oriundos de esos países asiáticos) es la especie de primates más cercana al hombre. De un intelecto bastante desarrollado, es además un animal manso y afectuoso. Corpulentos, de largas extremidades y un pelo rojizo liso que los distingue de otros grandes simios como chimpancés o gorilas, tienen siempre dibujada una sonrisa amable en su rostro. La sonora palabra que los designa, Orang-Hutang, procede del malayo, lengua oficial de Malasia donde, junto con Indonesia, habitan la mayoría de ellos. Orang-Hutang u hombre de la selva, auténticos seres “semi-humanos” que gozan de la naturaleza y la vida familiar. 

Menos conocidos son por el su primer nombre, Pongo, tal y como un en sastre inglés prisionero en Angola en el siglo XVI decidió llamarlos cuando vi  “a un par de monstruos antropoides ”, siendo ésta la primera referencia histórica de este género de primates.

Les gusta dormir, y también la siesta, hasta un total de catorce horas diarias, son capaces de recolectar alimentos y manejar utensilios sofisticados para cocinar. Con sus largos brazos, recogen arbustos y ramas con los que hacen un nuevo nido cada noche donde duermen con sus crías, de las que no se separan en sus dos primeros años de vida.


Under threat ... orang-utans.
.


Madres orangutanas abrazando a sus retoños.


Estos hombres del bosque también se caracterizan por ser protectores para con sus iguales. "Adoptan" orangutanes abandonados al cautiverio cuando ya no resultan rentables en mercados negros que los comercializan. Muchos de ellos son raptados de sus familias para usarlos en espectáculos como circos o zoológicos donde son infelices, siendo el orangután uno de los animales más arborícolas, es decir, necesitan pasar todo su tiempo en la inmensidad de sus bosques.


Las hembras de su especie se encuentran con un destino aun más trágico: la trata de hembras “orangutanas” en burdeles, donde son exhibidas y hasta violadas por enfermos zoofílicos.

Por si fuera poco, su hábitat natural está siendo amenazado por la explotación de la industria de la palma de manos de la otra parte, el mundo occidental, por lo que la supervivencia de esta raza de simios presenta un mal pronóstico.




Orangután disfrutando de la naturaleza. Abajo a la
derecha, trabajando con las manos







Esta es la realidad. Nada peor que tener conocimiento de ella. A partir de ahora, tendremos que ser conscientes de lo que hacemos cuando compramos una simple bolsa de dulces, o unos fritos congelados, o repostamos biodiesel. Seremos partícipes de un drama de la naturaleza y de unos animales inofensivos y entrañables. Los animalistas que hacen de perros o gatos los reyes de sus casas habrán de saber que a unos miles de kilómetros existen otros que necesitan más aún la ayuda de una mano humana solidaria.

Animalistas que cuidan mascotas. Ecologistas que reciclan o viven bio. Activistas antisistema: no hay excusa para seguir colaborando en la masacre. Ya no. No sigas viendo una película de terror  basada en hechos reales. Adiós, aceite de palma.